Según Nathan Drake (1766 - 1836), La comedia de los errores es mucho más rica, variada e interesante que Menecmos,
de Plauto; y si bien se percibe que Shakespeare siguió fielmente a su
modelo en lo relativo a las unidades de acción, tiempo y lugar, ha
sabido transmitir de manera infinitamente más agradable e ingeniosa los
antecedentes previos de la historia que como lo hizo el comediógrafo
latino. Mientras Plauto elige un prólogo, el bardo inglés lo vuelve todo
más natural y poético poniendo el relato en boca de Egeón, el padre de
los dos gemelos.
En esta
obra, donde la trama adquiere una considerable relevancia por su gran
número de confusiones y errores personales, nos puede dar la impresión
de que los personajes tienen un desarrollo hasta cierto punto limitado.
Sin embargo, pongamos el ejemplo de Egeón, que ha sido realizado
ciertamente por una mano que matiza. La presión de la edad y la
desgracia del personaje están pintadas con un tono colorido, solemne,
digno e impresionante para provocar en la primera parte un marcado
contraste con las escenas que le siguen inmediatamente después, y que,
como corresponde a una comedia, son más ligeras. De igual forma ocurre
en el desenlace final, donde la reunión de Egeón con su esposa Emilia,
junto con el reconocimiento de sus dos hijos, adquiere un tono afectivo y
emocional más profundo de lo que cabría esperar de las escenas
anteriores.
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